Un cóctel para la resaca

Los precios de la energía siguen disparándose, lo que a su vez aumenta aún más la inflación.

Dada la terrible guerra que asola Ucrania y su enorme impacto en la población, las consecuencias económicas y personales para los Países Bajos son relativamente limitadas. Tenemos agua y alimentos suficientes y nuestras casas siguen estando bien caldeadas. Sin embargo, los neerlandeses y las empresas neerlandesas también se verán cada vez más afectados. A continuación, nos centramos en las consecuencias para algunos empresarios.

El año anterior, varias cadenas comerciales ya se vieron perturbadas por el COVID y el bloqueo temporal del Canal de Suez. Esto a su vez tuvo el efecto de sobrecargar varios puertos. A su vez, la consiguiente escasez de determinados bienes provocó inflación. A esto siguió un aumento de los precios de la energía.

Tras el estallido de la guerra en Ucrania, la tendencia negativa se intensifica. Los precios de la energía se disparan aún más, al igual que los precios de las materias primas, lo que a su vez aumenta aún más la inflación. Por si fuera poco, las empresas también sentirán los efectos de la supresión progresiva de las medidas de apoyo, el pago de los impuestos diferidos y los pasivos por intereses, así como una subida de los tipos de interés.

Los datos de la CBS muestran que la agricultura y la pesca, la industria y la sanidad y el bienestar son grandes consumidores de gas y electricidad. Ya hemos leído sobre agricultura y pesca en los medios de comunicación.

Lo anterior nos llevó a ponernos en contacto con algunas de nuestras relaciones en diversos sectores. Hablamos con un constructor que nos indicó que se enfrenta a plazos de entrega (muy) largos, un fuerte aumento de los precios del hormigón y una subida extrema de los precios del acero. Parte de esos costes pueden repercutirse en el cliente y, con las relaciones a largo plazo, a veces se llega a acuerdos en los que hay concesiones mutuas. Esto mantiene el aumento del precio de coste dentro de unos límites y permite que las obras sigan adelante.

También nos pusimos en contacto con un mayorista internacional de la industria alimentaria que también informó de que había experimentado plazos de entrega más largos y un fuerte aumento de las materias primas. En el mercado de referencia, sigue siendo posible repercutir estas subidas aunque algunos clientes opten por un producto más barato en otro lugar.

Además, también nos llegan noticias de que los proveedores de energía y materias primas están rompiendo los contratos con los grandes consumidores sin consultarles; se trata entonces de una elección o una ruptura, ya que litigar contra esas partes lleva mucho tiempo y es costoso.

De un orden completamente distinto son los problemas de una empresa del sector médico que vio caer la demanda de sus productos entre un 40 y un 60%. Para reducir costes, despidió a un número importante de empleados, difíciles de reincorporar debido al actual mercado laboral. Este empresario ha encontrado un proveedor de capital privado dispuesto a invertir, lo que garantiza su supervivencia por el momento.

Por último, hablamos con un empresario que exporta bienes de equipo a Rusia, entre otros países, y que ahora se ve afectado por las sanciones. Esto significa que no hay nuevos pedidos, no se entregan productos acabados y es posible que no se paguen las facturas pendientes. Inmediatamente se intensificaron los esfuerzos de marketing en otros mercados, lo que rápidamente dio resultados.

Aunque parece que queda poco tiempo, los empresarios harían bien en tomar medidas siempre que sea posible. ¿Qué se puede hacer para mitigar los riesgos?